MAPAS DE SENTIDOS

A estas alturas, todo el mundo conoce a Jordan B. Peterson, uno de los psicólogos más mediáticos de la actualidad. Alcanzó fama hace unos años al escribir un libro de autoayuda un poco especial: en lugar de consejos almibarados, Peterson exhortaba a la hombría, a no quejarse y a no buscar excusas a nuestras responsabilidades. Junto a ello, ha sido también famoso por protagonizar encuentros y discusiones en los que, sin pelos en la lengua, manifestaba opiniones no del todo políticamente correctas.
Lo que se conoce menos es que su libro 12 reglas para vivir es una obra menor; en realidad, es esta obra que ahora se publica en castellano la que constituye su aportación más original. Peterson ha trabajado en ella incansablemente años y años y ha realizado un gran trabajo de investigación. Lo que se pregunta Peterson es la forma en que el hombre ha ido articulando su experiencia en diversas culturas para dar sentido al mundo y explicar el mal, así como la idea de cosmos ordenado.
Peterson no es filósofo y, en realidad, esta obra es la de un diletante: una mezcolanza de ideas confusas, en la que aparece el TAO, Wittgenstein y Confucio sin concierto. Se trata, y así lo ha explicado el propio Peterson, de un recorrido por sus lecturas, en los que busca tramar elementos y culturas dispares.
Desde un punto de vista antropológico, Peterson saca sus conclusiones y son estas las que después han sido tan determinantes para la obra que le dio fama. Tras estudiar diversas ciencias, llega a la conclusión de que los grandes mitos culturales lo que pretenden es una aplicación práctica: es decir, tratan de explicar el mundo y dotarle de sentido. La cultura es, pues, ese mapa de sentido que permite al hombre introducir caos y sentido donde no lo hay. De ahí nace, de un lado, la idea de jerarquía, la diferencia entre bien y mal y la identidad individual y colectiva.

TROA